¡!! Aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhh!!
Así recibía la sala 5 del
Cine Princesa los primeros acordes de la película
Sex in the City.
Volver a oír la música de la serie era el pistoletazo de salida para la euforia de la multitud de fans.
A pesar de que la première de la película había sido el jueves (quien escribe tuvo que renunciar a Estar por haber sido promotora de una cena, y no ser correcto el anular), el aterrizaje masivo de las
Cuatro Chicas de Manhattan en los cines de Madrid estaba previsto para el día siguiente.
Por tanto, clima de estreno total el viernes nuit, y muchas féminas disfrazadas de
Carrie para la ocasión. Algún que otro novio, no sé si engañado, o también enganchado, y más de un gay.
Prometo que va a ser éste el último post que dedico a
Sex in the City, al menos durante un tiempo. La excepción son el uso de las imágenes de las protagonistas que me sirven para apoyar los relatos de
Snorkeling in the Thirtie’s. Pero como decía en el
artículo de la semana pasada, en el que defendía la serie como el reflejo de un modo de vida de muchas mujeres de hoy, la película se merecía un poco más de punta en este blog.
Sin entrar a dar detalles de lo que ocurre, para no desvelar sorpresas a quien no lo haya visto, sólo decir que no.
Que no defrauda. Que ahí están las protagonistas de nuevo deleitándonos con sus peripecias emocionales. Estamos ante una temporada comprimida, así que, para quienes seguíamos con entusiasmo, o tal vez, sólo diversión, la serie, nuestras amigas vuelven a conseguir que disfrutemos con, y de ellas.
Quizás esta vez,
el centro total y absoluto es el amor y las relaciones, con pinceladas de sexo y adentrándose ya en entornos matrimoniales. Se distancian esta vez de otros problemas, como laborales o económicos, que en algún que otro capítulo de la serie servían de plato fuerte. La película habla de amor, de parejas, de ser fiel a uno mismo, a lo que quieres y a cómo eres, en el marco, como siempre, de la amistad entre ellas.
Como pellizcar sentimientos mueve lo que mueve, una personalmente sonrió y rió múltiples veces, en varios momentos lloró, y en ocasiones, ambas cosas al mismo tiempo. Seguimos viéndolas en una pantalla, y eso es ficción, pero siguen representando nuestros momentos, y eso es realidad.
Y como
Carrie&Co provocan también reflexión, es curioso como la película te hace pensar sobre cómo a veces los seres humanos, y en este caso, las mujeres, atrapadas por ilusiones o por lo que tiene que ser, nos metemos en unas vorágines, sin tener en cuenta como está sentando a quien te acompaña en el camino.
Durante toda la serie muchas sabíamos q. Mr. Big quería a Carrie. Por
cómo la trataba a dos, por
cómo la miraba, por
cómo la admiraba, y sobre todo, por la
complicidad que tenía con ella, y el ser
con la única con la que se reflejaba tal como era. Aún así, todo ello no fue suficiente para consolidar la relación, y Carrie sufrió durante seis temporadas.
En la película, iniciada con la relación estable entre los dos,
nuestro Lover repite mucha veces la frase: “
Yo lo que quiero es a ti”. Por esa razón, accede a muchas cosas. Quizás la más importante, la boda.
Quererla a ella es suficiente como avanzar en lo que ella anhela. Pero,
¿Piensa ella en él cuando tira para delante con esa decisión?. ¿Por qué no se detiene a reflexionar sobre los miedos y rechazos que, alguien que en su mochila arrastra ya dos enlaces, puede tener al respecto? ¿Por qué se para la comunicación entre los dos cuando están en el momento más importante de su vida? ¿Por qué cosas un tanto superficiales adquieren un peso tal que diluyen la esencia de lo que están decidiendo?
"Necesito que me digas que somos Tú y Yo". No es trivial que
Mr. Big quiera oír esta frase.
Necesita reafirmar no sólo que caminan los dos por el mismo sendero, sino también con el mismo pie y juntos de la mano.
Un apunte más, me gustó especialmente como a lo largo de la película se refleja la fortaleza de las relaciones con
una imagen de dos manos apretadas con fuerza.
Paro aquí. Que siga habiendo expectación sobre la película. El cine despidió las últimas aventuras de las Chicas de Manhattan con aplausos y caras de satisfacción.
No había defraudado, una vez más, lo habían bordado.